Este video resumen, hace referencia a la carta que el jefe sioux Seathl le envió a Franklin Pierce, decimocuarto presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, como respuesta a la oferta que éste le había hecho para comprar una gran extensión de tierras indias a cambio de crear una reserva para el pueblo sioux.
La carta, ofrece una amplia reflexión sobre la naturaleza y el Planeta Tierra, que hace pensar a toda la humanidad, pero en especial a las potencias occidentales. En los últimos años, el proceso globalizador ha hecho que el poder de occidente se extienda por todo el mundo, imponiéndose en muchas ocasiones sobre otras tierras y culturas.
La globalización permite además que la economía, el comercio y el consumo se muevan a escala mundial. Tal y como comenté en un artículo anterior, llamado La Historia de las Cosas, se explotan brutalmente los recursos de la Tierra para destinarlos a la elaboración de productos con el menor coste posible. Muchos países con gran poder económico compran estas tierras sin que tenga mucha importancia lo que se va a hacer con ellas. ¿Qué más me da explotar un terreno en el que no vivo? Pensarán algunos. Para el pueblo sioux, la Tierra es un bien preciado, único y del que todos formamos parte. Sin embargo, y desafortunadamente, no todos piensan así. Para algunas personas, los recursos existen únicamente para ser explotados, utilizados, convertidos en beneficio y desechados sin importar cual sea el impacto que sufra el Planeta. ¿No es ésta una actuación contradictoria? Los habitantes del pueblo sioux no entienden por qué “el hombre blanco” destruye su propia casa, pero lo cierto es que yo tampoco. Y cuando digo casa, me refiero a una casa prestada, una casa que aunque ahora es nuestra, ha sido habitada por otras personas y a su vez, debe poder ofrecer cobijo a las generaciones futuras. Al igual que sacamos un libro de la biblioteca, éste es nuestro por un tiempo, pero después debe pasar a otros lectores. Es por eso, que ni lo rayo, ni lo rompo ni lo desencuaderno. ¿Y si lo hiciera?, todos sabemos que tendría un castigo inmediato. Es una pena que no ocurra esto mismo con el maltrato de la Tierra. El “castigo” no es tan inmediato y serán las generaciones futuras las que paguen nuestros errores. No obstante, el deshielo de los polos, las cada vez más frecuentes inundaciones y la destrucción de la capa de ozono son algunas de las señales que nos avisan de que esto va a ocurrir y parece que mucho antes de lo que esperábamos. Nadie se libra del castigo pero, aún así, estamos a tiempo de evitar que esto vaya a más y como siempre, podemos aportar nuestro granito de arena.
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