domingo, 6 de marzo de 2011

EL AMOR

El amor es un sentimiento, tan amplio que jamás llegará a conocerse la definición que lo defina a la perfección. Es tan amplio como que hay muchos tipos de amor, y todos y cada uno de ellos son diferentes según las personas que lo sienten. Jamás habrá un amor igual y jamás nadie podrá sentir el mismo amor que tú sientes hacia una persona.
Manifestamos el amor de muchas formas, una de las más comunes es decirlo con un te quiero. Pero las palabras son palabras, y a veces o cuesta mucho decirlas, o muy poco retenerlas.  Hoy en día creo que se usan demasiado estas dos palabras, y que realmente se dice mucho sin pensar lo que conllevan.  Se han convertido en rutina en la mayoría de los casos, y yo personalmente, uno de los problemas que encuentro es que cuando quiero decirlo, de verdad, porque lo siento, ya no puede distinguirse del típico “te quiero” que siempre se dice a la hora de la despedida.  

Todos hemos amado alguna vez, no importa de qué forma. Hay muchos amores que tardan en aparecer, otros están contigo desde siempre y otros se acaban. El amor es maravilloso, pero exigente, pues requiere una lucha incansable por mantenerlo, en definitiva: el amor requiere cuidado y constancia.


MI UTOPÍA SOCIAL

Para mí una sociedad perfecta sería aquella en la que todos pudiéramos convivir felizmente, tratándonos de iguales. Jamás sería necesaria la intervención de sistemas de seguridad, porque no existiría la desconfianza, nadie vería la necesidad de instalar alarmas en sus casas, edificios o museos.
La gente sabría controlar sus emociones, no resolvería sus problemas con la violencia, sino con la palabra. Cualquier desorden social sería resuelto pacíficamente, sin necesidad de intervenciones externas. Sin embargo, habría un grupo o entidad en el gobierno, como representante de los ciudadanos, sería ni más ni menos que el portavoz de la decisión del pueblo. No tendrían mayor sueldo ni pertenecerían a una clase social más alta, ya que las clases sociales no existirían. No se harían gestiones innecesarias y tampoco existiría la especulación. Este "gobierno" cambiaría regularmente, intentando que todo tipo de miembros de la sociedad tuviera acceso a él. Todos serían por tanto autónomos y a la misma vez partícipes de una sociedad igualitaria.
Además todos serían conscientes de la importancia del respeto del mundo en el que vivimos. Los niños, adultos y ancianos gozarían de todos los derechos establecidos en la Declaración de los Derechos Humanos, y a su vez asumirían (dependiendo de la edad de esa persona) sus responsabilidades y obligaciones. La polución sería mínima, la gente no tiraría basura al suelo, reciclaría más, utilizaría más el transporte público para intentar contaminar lo menos posible…etc. Todo el mundo tendría conciencia solidaria y ayudaría al prójimo, la pobreza no existiría, pues todos repartirían sus bienes. Todos se esforzarían de igual forma, por eso nadie ganaría dinero de manera injusta. Aquí y allá, las culturas serían respetadas y valoradas. Jamás existiría el racismo, ninguna raza sería superior a otra, y nadie podría imponer a otra persona su poder. Por tanto, en esta sociedad perfecta, jamás existirían las guerras.