Para plantear el intelectualismo moral, Sócrates, parte de la relación de los siguientes conceptos:
Sabiduría = virtud = felicidad
El principio moral de esta teoría ética es que aquel que conoce el bien es imposible que sea capaz de hacer el mal. Una vez que se conoce el bien, es imposible dejar de aplicarlo. El mero hecho de conocer lo correcto hace que nos sea imposible obrar mal. El que actúa incorrectamente lo hace porque es ignorante, porque realmente no sabe qué es lo que está bien. La única razón que hay para obrar mal sería entonces la ignorancia, eso es lo que justifica las malas obras. A la larga, de los malos actos no quedarían ningunos beneficios, y aparecería el remordimiento en la conciencia.
Sócrates pretendía orientar a las personas en la búsqueda del bien y de la justicia, convencido de que la virtud puede enseñarse. Creía que todas las personas tienen dentro de su alma el conocimiento de la verdad y que tan sólo necesita ser estimulada por reflejos conscientes para darse cuenta de ella (mayéutica).
¿Es realmente posible hacer el mal sabiendo lo que está bien?
Ya sabemos cuál es la respuesta de Sócrates ante esta cuestión. Sin embargo, no todo el mundo la comparte. En el siguiente diálogo podemos ver cómo se discute este asunto, y cómo finalmente Sócrates, aportando convincentes argumentos, persuadirá a Menón.
Sócrates: ¿Hay unos que desean las cosas malas y otros que desean las cosas buenas? ¿No te parece, distinguido amigo, que todos desean las cosas buenas?
Menón: No, no me lo parece.
Sócrates: ¿Hay, entonces, quienes desean las cosas malas?
Menón: Sí.
Sócrates: ¿Pero dices que pensando que las cosas malas son buenas o que, incluso conociendo que son malas, sin embargo, las desean?
Menón: Me parece que en los dos sentidos.
Sócrates: ¿A qué llamas desear? ¿A que algo llegue a ser de uno?
Menón: A que llegue a serlo, ¿a qué si no?
Sócrates: ¿Pero pensando que las cosas malas benefician a aquel a quien le llegan o sabiendo que las cosas malas perjudican a aquel a quien se dan?
Menón: Hay quienes piensan que las cosas malas benefician, y hay quienes saben que perjudican.
Sócrates: ¿Te parece que saben que son malas las cosa malas quienes creen que las cosas malas benefician?
Menón: No, eso no me lo parece en absoluto.
Sócrates: Luego es claro que ésos no desean las cosas malas, esos que las desconcen como tales, sino que desean las que piensan que son buenas, aunque ellas son malas. Así que los que las desconcen y creen que son buenas, es evidente que desean las cosas buenas, ¿verdad?
Menón: Probablemente es así.
Sócrates: Pues ¿qué? ¿Es que los que desean las cosas malas, como dices, pensando que las cosas malas perjudican a aquel a quien llegan, saben seguro que serán perjudicados por ellas?
Menón: Necesariamente.
Sócrates: ¿Pero es que no creen que los que son perjudicados son desdichados en la medida misma en que son perjudicados?
Menón: También esto es necesario.
Sócrates: ¿Y es que a los desdichados no les va mal?
Menón: Yo creo que sí.
Sócrates: ¿Hay, entonces, alguien que quiera ser desdichado y quiera que le vaya mal?
Menón: No lo creo, Sócrates.
Sócrates: Luego no quiere nadie las cosas malas, Menón, a no ser que quiera ser él mismo malo. Pies ¿qué otra cosa es ser desdichado, sino desear las cosas malas y conseguirlas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario